Mauricio López: “Se ha detonado una fuerza eclesial que está propiciando los procesos de escucha”

Asamblea Eclesial

Camino a la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, la fase de escucha entra en su recta final. “La escucha es parte de la identidad de la Iglesia, es inherente a su ser”, comenta el Coordinador de la Comisión de Escucha de la Asamblea, Mauricio López Oropeza, frente a esta inédita experiencia de sinodalidad.

López, quién también es el Director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), hace un análisis de los avances y desafíos de esta etapa del proceso metodológico que concluirá el próximo 30 de agosto.

Una experiencia inédita

La Iglesia en América Latina y el Caribe viene asumiendo entre sus prioridades la dimensión sinodal. ¿Cómo se expresa este dinamismo en la primera Asamblea Eclesial?

Más que considerar la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe como una prioridad, creo que para el Celam esta experiencia inédita se ha convertido en el eje que expresa un proceso que conduce hacia una mayor sinodalidad en todos los ámbitos de nuestro ser Iglesia. Es decir, es más que una prioridad, creo que es el modo propio en el Celam está explorando, confirmando y siendo consistente con los llamados del discernimiento hecho en su proceso de renovación y restructuración, de la escucha a los gritos del pueblo de Dios y a las orientaciones del Papa, para ser mucho más consistentes en una reforma que sea fiel a los cambios que estamos viviendo en niveles que van más allá del ámbito latinoamericano en el propio momento que viven las comunidades, las pastorales particulares, las estructuras de la Iglesia que van buscando todas ella una conversión integral.

La Asamblea Eclesial, una ‘caja de resonancia’

¿Cómo avanza el proceso de escucha de la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe?

La Asamblea se ha tornado en una ‘caja de resonancia’ o en un espacio para acoger las diversas voces de toda la realidad eclesial y que en medio de una terrible pandemia que no para, pero quizá precisamente por ella, la Iglesia decide y opta por ir adelante como una manera de hacerse presente significativamente en la crisis actual, no ya de un modo unívoco, sino en doble vía, no sólo atendiendo y asistiendo las necesidades que el pueblo de Dios está experimentando en esta pandemia, sino abierta a escuchar para que el pueblo de Dios pueda marcar la pauta, las perspectivas, el modo de proceder que tendrá nuestra Iglesia latinoamericana en el presente y en el futuro.

Es por eso que se han establecido mecanismos de participación individual, para que cualquier miembro del pueblo de Dios pueda participar, pero sobre todo con el enfoque sinodal de esta Asamblea, nos interesa mucho los espacios y procesos comunitarios que se están dando de múltiples maneras, algunos presenciales, en espacios adecuados con un número de participantes reducido, pero también en espacios virtuales múltiples, donde se está dinamizando mucho más esta reflexión comunitaria y el discernimiento para aportar a todas las preguntas y planteamientos de esta Asamblea.

Y por último una modalidad de foros temáticos que siempre nos ha parecido muy importante, porque permite profundizar en temas específicos de particular importancia, con la presencia de una diversidad de actores eclesiales latinoamericanos, regionales y con un con una sensibilidad particular sobre los temas.

Perspectivas cuantitativas y cualitativas de la escucha

A propósito de esta fase de escucha, ¿cómo han funcionado las modalidades de participación de cara a las expectativas o a las metas que se tienen?

Nos hemos dado cuenta que el proceso de escucha ha sido progresivo y paulatino. Desde el lanzamiento de la Asamblea, a fines de enero de este 2021, por el Papa Francisco, hemos notado que algunas instancias eclesiales, conferencias episcopales, estructuras pastorales de la Iglesia, redes, instituciones etcétera, se han movilizado inmediatamente para ir configurando su propia estrategia para participar en el proceso de escucha. Para ellos el tiempo ha sido más que suficiente, han podido estructurar múltiples procesos para asegurar la participación amplia de todos sus miembros.

Sin embargo a otros les ha tomado más tiempo. La comunicación quizá a partir de las instancias formales de la Iglesia en cada sitio, no ha terminado de pasar a los distintos ámbitos más encarnados o pastorales, o algunas estructuras como Conferencias Episcopales se han tomado más tiempo para decidir el modo de participación, o para optar más concretamente dedicando energía, fuerza y tiempo a este proceso. Entonces ahí vemos también que el ritmo ha sido un poco más pausado, que se encuentran en este momento con alguna premura a pesar de que se ha hecho una extensión del plazo para facilitar la mayor participación.

Dicho esto, en este momento tenemos a nivel cuantitativo un registro de personas, a título individual, por encima de las 22.000 en la plataforma dispuesta para acoger todas las escuchas, pero, por otro lado, comprendiendo cómo esto se multiplica en el ámbito comunitario, ubicamos que este número claramente también entonces puede multiplicarse fácilmente por dos en cuanto a los registros grupales.

En los foros temáticos que están asociados a la plataforma, ya se ha superado la barrera de los 1.000 participantes, pero hay innumerables experiencias procesos, seminarios y encuentros que no están registrados todavía en la plataforma, y que esperamos que se pueda hacer en las próximas semanas, que expresa cualitativamente un enorme dinamismo. Uno lo ve en las redes sociales: encuentros en tantos lugares, espacios de diálogo, vamos viendo páginas especializadas, comités específicos animando en distintos países.

Entonces yo percibo que de un mes y medio para acá se ha detonado toda una fuerza eclesial que está activa y activada, y que está propiciando todos los procesos escucha. La escucha en la Iglesia es parte de su identidad, es inherente a su ser Iglesia. Entonces evidentemente la escucha debe continuar siempre, más allá de esta Asamblea.

No obstante, vemos que es muy importante que en estas últimas semanas que todavía tenemos se fortalezca aún más la participación, lo más amplia posible, de este pueblo de Dios, y aquellos que ya han hecho el proceso de escucha, que envíen los frutos de este camino hecho para que pueda ser integrado en el discernimiento que vamos a hacer camino a la experiencia concreta de esta Asamblea que tendremos en noviembre de este año.

Puentes para garantizar la escucha de las periferias

Una de las expectativas también pasa por la posibilidad de que lleguen las voces de las periferias y de los territorios a la Asamblea Eclesial…

En todas las sesiones hemos insistido en la imprescindible necesidad de escuchar a las periferias, sólo que los hemos llamado: ‘los improbables’, los que nunca fueron escuchados, los que nunca participaron, los que siempre fueron destinatarios y no sujetos dentro de nuestro camino eclesial. Vemos con mucha alegría que en varios países se han generado puentes a partir de las instancias eclesiales, que van dando frutos importantes en este sentido.

Vemos puentes, por ejemplo, hacia la población privada de la libertad en algunos países, la pastoral carcelaria; vemos puentes hacia las personas que están viviendo situaciones de enfermedad, a través de la pastoral de la salud; estamos viendo puentes hacia espacios ecuménicos, a partir de redes especiales especializadas en este sentido.

Vemos puentes, también, hacia comunidades afectadas por la minería y los impactos ambientales, puentes hacia los pueblos originarios, puentes hacia el papel de la mujer en la Iglesia, puentes hacia la población afrodescendiente, hacia distintos ministerios eclesiales, hacia realidades desafiantes de fronteras, sea pastoral de diversidad sexual u otras; puentes hacia comunidades que trabajan en la apostolados de la oración, de seguimiento, de itinerarios del discipulado misionero.

Realmente estamos viendo que en distintos lugares se está llegando a todas estas realidades periféricas. No sabemos con certeza cuál es la dimensión de eso, pero ubicamos que sí, concretamente, en distintos lugares, hay una llegada a las periferias, como ocurrió también en el Sínodo Panamazónico. Por eso nos interesa muchísimo recibir el compartir de la síntesis de esas escuchas comunitarias, de los foros temáticos, para garantizar que esas voces, normalmente excluidas, puedan tener su merecido lugar en todo el proceso de la síntesis de las voces, en el discernimiento que vendrá como preparación al evento de noviembre.

Una semilla que dará frutos

 Cuando se lanzó la Asamblea Eclesial, en enero de este año, el Papa Francisco pidió que este acontecimiento inédito en el caminar de la Iglesia latinoamericana y caribeña se preparara y se desarrollara junto al Pueblo de Dios. ¿Qué balance hace frente a este gran desafío que ha sido asumido en el proceso de escucha?

Nos habíamos planteado como desafío, sabiendo que la pandemia estaba de por medio y que los mecanismos digitales a veces son desafiantes, llegar a alrededor de unas 100.000 o un poco más personas en toda América Latina y el Caribe. Yo como coordinador del comité de escucha, siempre con esta visión esperanzada, ubicando todo lo que ha sido el dinamismo de acompañamiento a todas las iglesias particulares y a las instancias específicas, puedo decir que llegaremos ciertamente con facilidad a este número.

No sé si será el número reflejado en lo que vamos a recolectar de información, por lo que lamentablemente no necesariamente toda la información va a llegar a nuestras manos para que pueda ser procesada en la fase de discernimiento, pero puedo decir con certeza que, en cuanto al alcance, en cuanto a los foros virtuales que se han hecho, en cuanto a lo que estamos viendo en los ámbitos comunitarios, particulares, pastorales, el alcance estará ciertamente dado con esto que nos habíamos planteado.

Entonces, yo creo que como una primera experiencia, lo importante era detonar, generar esto que es inédito, como una perspectiva de escucha regional muy fiel a lo que siempre ha sido el camino asambleario de la Iglesia, pero ampliando también el alcance y la perspectiva. Por lo tanto estoy muy contento con el modo en que se ha ido haciendo el esfuerzo de las respuestas.

Nos hubiera gustado poder extender los plazos un poco más; no era posible ya por la conexión con el Sínodo sobre la Sinodalidad y por otras razones, pero tengo la certeza que sea sembrado una semilla que va a dar frutos que no tenemos idea todavía que tan grandes y valiosos serán, sino dentro de muchos años, y eso es hermoso porque refleja este kairós de Dios, más allá de nuestra fragilidades y posibilidades como agentes de pastoral en el Celam.

La urgencia de comunicar los frutos del proceso de escucha

Quedan dos semanas para participar en esta etapa de la Asamblea Eclesial, ¿cuál es la recomendación o el llamado que hace la comisión de escucha?

Ciertamente nos quedan dos semanas en este proceso, entonces la recomendación es muy sencilla: la vida que ya se ha desatado, la sinodalidad que ya se ha gestado, los múltiples espacios que han dinamizado encuentros esperanzadores improbables, la llegada a las periferias, hoy piden urgentemente que a través de algún puente de la Iglesia hagamos llegar esos frutos a este comité de escucha para poder incorporarlos debidamente en el proceso de discernimiento. Esa es una primera recomendación. Por ningún motivo dejar de valorar la riqueza de la experiencia en cuanto a Iglesia latinoamericana y caribeña, y la fuerza de las voces particulares que han de ser honradas y que para ello tienen que llegar a estos espacios del comité de escucha, para poder ser incorporadas, es importantísimo.

La segunda recomendación es abrazar la dinámica sinodal que ya se ha desatado con este proceso, más allá de la Asamblea, independientemente del evento y de los documentos que serán muy buenos, muy ricos y muy inspiradores; lo más importante es la fuerza de conversión sinodal, de conversión pastoral que el encuentro y la dinámica de salida ya ha generado.

Ustedes son los responsables de ser esa presencia viva de la Iglesia encarnada que camina con los cristos crucificados y crucificadas para ayudar a cambiar la realidad. El Celam, como instancia, buscar acompañar al igual que la CLAR, las Cáritas… todas las instancias buscan modos de acompañar, pero es imposible llegar esos sitios. Ustedes son los rostros concretos de esa Iglesia. Lo que ha dinamizado el proceso de escucha no resulta únicamente en documentos y cuestiones asociadas a la Asamblea. Tiene que ver con presencia encarnada, capilar, legítima, transformadora que hace vida el proyecto del Reino en medio de esas realidades. En eso nuestra esperanza, en esa nuestra convicción de que la sinodalidad es un elemento inherente de la Iglesia, no una novedad, sino presente siempre, desde sus inicios, y se torna en algo irreversible en esta dinámica de conversión integral.

Fuente: Prensa CELAM

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